domingo, 24 de febrero de 2013

Niebla

Siempre me gustaron las ciudades con niebla, esa con la que apenas puedes ver.

A veces, sólo a veces, me encantaría poder reiniciar en una ciudad transitada, vivir en soledad e imaginarme las vidas de la gente que me encuentro por la calle; sin que pasase el tiempo.

Poder ver películas hasta el amanecer, fumar cigarrillos que no se terminan y, sobre todo, perder ese sentido de responsabilidad que últimamente me hace tanto daño.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Sueños

“Me dan más pena los que sueñan lo probable, lo legítimo y lo próximo, que los que devanean sobre lo remotísimo y extraño. Los que sueñan en demasía, o son locos y creen en lo que sueñan y son felices, o son simples devaneadores para quienes el devaneo es una música del alma que los arrulla sin decirles nada. Pero el que sueña lo posible tiene la posibilidad real de la verdadera desilusión.
No me puede pesar mucho el haber dejado de ser el emperador romano, pero puede dolerme no haberle hablado nunca a la costurera que, hacia las nueve, vuelve siempre la esquina que queda a la derecha. El sueño que nos promete lo imposible ya en eso mismo de él nos priva, pero el sueño que nos promete lo posible se entromete con la propia vida y delega en ella su solución. Uno vive exclusivo e independiente, el otro sometido a las contingencias de lo que acontece. Por eso amo los paisajes imposibles, por eso amo a las amantes imaginadas porque les resulta imposible la sonrisa falsa, el fraude del cariño, la astucia de las caricias. Nunca nos abandonan, ni nos dejan de cualquier manera”.

Fernando Pessoa, “Libro del Desasosiego”.