Hoy comienzo a vivir. No era consciente de la constante
dependencia que tenemos por cosas tan fútiles como internet, el coche o el
ambiente ciudadano.
Hoy he vuelto a coger una bicicleta después de ¿ocho
años? También he comido con las manos. Nunca el tomate con un poco de
mozzarella supo tan bien, acompañado por una buena focaccia hecha en casa.
Hacía tanto tiempo que no sentía la libertad de sentirme
libre, valga la redundancia.
Vivimos en un mundo en el que se nos generan vicios de la
nada. No querría mentar algo tan banal como necesario, el consumismo pero,
realmente, hoy que lo he dejado –aunque trabaje en un sitio que incite a ello-; para mí y dentro de mí las necesidades han cambiado.
Saludos
desde el corazón de la Toscana.
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